Té verde


El té verde se obtiene de las hojas secas de la camellia sinensis, un pequeño arbusto de hoja perenne que se encuentra entre las cincuenta especies de plantas utilizadas en la medicina tradicional china; procedente del sur y sudeste de Asia, actualmente es cultivada en todo el mundo y a partir de sus hojas se elabora el té. Dependiendo de las características y diferente composición química de las hojas recolectadas, según la edad, se producen diferentes tipos de té (verde, negro, blanco...). Entre todos los tipos de té, el té verde es el que ha tenido una mínima oxidación durante su procesado y, a diferencia del té negro, no está fermentado, ya que las hojas son recogidas frescas, secadas y posteriormente fragmentadas o enrolladas.

Los chinos ya conocían los beneficios del té verde desde por lo menos el año 3000 a. C. y lo utilizaban como bebida medicinal para promover la salud tanto de la mente como del cuerpo. En aquella época ya se documentan las distintas aplicaciones del té verde y se describen los muchos beneficios del mismo, entre los que destacan su efecto positivo sobre los cinco órganos vitales, especialmente el corazón. Actúa como estimulante, cura afecciones de la piel, elimina indigestiones, previene la fatiga, mejora las funciones urinarias y del cerebro. El alto contenido en antioxidantes y de L-teanina que contiene potencia la actividad cognitiva, induciendo la neurogénesis y mejorando la memoria, la atención, la concentración y los procesos de aprendizaje en general. El té verde reduce el estrés y estimula la producción de ondas alfa.

El té verde destaca por ser uno de los más poderosos antioxidantes, y recientes estudios relacionan el consumo del mismo con una menor incidencia en casos de cáncer. Igualmente,  se ha visto que su consumo detiene ciertas enfermedades neurodegenerativas, como el alzheimer o el párkinson. También es útil en el tratamiento de la artritis, esclerosis múltiple, para reducir los niveles de colesterol, diabetes y para impedir la degradación de las membranas celulares mediante la propagación de los radicales libres. Ayuda a prevenir numerosas enfermedades cardíacas y elimina toxinas y desechos del cuerpo. Aumenta el metabolismo y por eso también ayuda a perder peso; es broncodilatador; previene numerosas enfermedades y problemas bucales, como las caries, y previene la formación de úlceras. Es igualmente beneficioso para los tejidos del ojo y la retina, previniendo el glaucoma. Además, uno de sus componentes, la epigalocatequina, promueve el crecimiento de las células óseas, lo que fortalece los huesos y ayuda a prevenir la osteoporosis.

En uso externo destaca por ser un potente antioxidante natural, más potente incluso que la vitamina E; es un gran protector de la dentadura, debido a que es muy rico en minerales; sus propiedades bacterianas y su contenido en flúor lo hace muy indicado para evitar el mal aliento y proteger la boca contra infecciones, gingivitis y caries, por lo que es muy utilizado por la industria para producir pasta dentrífica; es un energizante físico y mental y es un potente antiinflamatorio, antioxidante y protector de la piel, protegiendo al cuerpo de los efectos nocivos de los rayos UV; también se ha mostrado útil contra la celulitis; es un excelente calmante para la piel; previene el envejecimiento; y es útil para tratar conjuntivitis, orzuelos, ojos cansados, ojeras, quemaduras solares, vaginitis, infecciones de cérvix, etc.

El té verde bebido tiene una función depurativa sobre la piel  y aplicado topicamente la repara e hidrata. Actualmente existen en el mercado innumerables cosméticos elaborados a base de té verde. Cremas, lociones corporales, geles de baño y champús aprovechan la acción purificante del té verde sobre la piel, hidratándola y reparándola; calmando las pieles irritadas y que están dañadas por temperaturas extremas, ya sea por calor o bajas temperaturas; y va bien para todo tipo de pieles, sean secas, grasas, deshidratadas, delicadas, etc.


Fuentes: